miércoles, 14 de diciembre de 2011

Prueba no superada

Según mis cálculos, mis hijos han actuado, aproximadamente, 30 veces en actos navideños. Si le suman a eso, la misma cantidad de actos del día de la madre y clausuras, se vuelve una cantidad exhorbitante e interminable de bailes, poemas, maquillajes, actuaciones, disfraces y lágrimas...

Sí, porque no importa la edad que tengan, uno de mamá se sienta allí y el hijo sale a escena y es como si todo el mundo alrededor desapareciera y el hijo allá arriba es el más lindo, el que mejor baila, el que mejor canta, el que tiene la mejor voz... Y no importa que de tan chiquito que está ni siquiera se mueva en el escenario, no importa que el pantalón se le esté cayendo porque le queda grande, o que las mangas de la camisa se salgan debajo del saco, o que los ganchitos se le caigan, porque tiene el pelo muy liso, o que el disfraz de ovejita le tape toda la cara, o que todavía sea un bebé y al verte entre el público salga corriendo a sentarse con vos. No importa nada de eso, el hijo de uno tiene un reflector  encima, una luz especial que lo ilumina. El hijo de uno sonríe desde el escenario y se siente una felicidad extrema, unas ganas de subir a abrazarlo, unas ganas de que la vida siempre sea así de perfecta y mágica y de tanta felicidad allí van [plin plin] las lagrimitas.

Y entonces me doy cuenta de que no importa la edad, las veces que los haya visto en los actos del colegio, siempre esos momentos van a ser especiales.

Y entonces me enjuago las lagrimitas y me repito como tantas veces lo hicimos con mi amiga Olga al salir de esos actos:

¡Prueba no superada!

5 comentarios:

  1. Y, aunque uno no esté en el acto, con solo recordar se salen las lagrimitas otra vez.
    Lo peor en la vida en este tipo de cosas, es algo que ya me pasó una vez: llegué cuando el acto ya había terminado y cuando me preguntó "¿me viste?" no supe qué decir. Menos mal que repitieron el acto a fin de mes y ahí si le pude tomar foto y video y sentarme en primera fila =).
    Los que me faltan, cuando la infanta vaya al kinder.

    ResponderEliminar
  2. Son momentos inolvidables, de verdad. A mí me da gracia, porque para ellos es algo bastante serio... El segundo de mis bichos una vez me tuvo hasta las doce de la noche "desgastándole" un pantalón con una piedra, porque iba a bailar Thriller y quería que lo destruido de la ropa se viera real. :D :D

    ResponderEliminar
  3. Mi cuota de "maternidad" me la gasto con mi sobrino de 4 años... hace unos días fui a su "graduación" de kinder, entre títulos y títulos, se presentó una obra... él era el patito... no feo, pero si un patito.

    Resulta que soy mega fan de los mapaches, no sé... los amo... y cuál fue mi sorpresa? Que al salir a escena él no era el patito, era el mapache... y su vocecita diciendo a todo pulmón: "tía... mirá... soy el mapache!!" y el resto del público, incluida el resto del clan riéndose por la puntada, pero yo orgullosa, mi Sebastian fue el mapache. ^^

    Al terminar el acto se acercó donde estaba yo grabando todo... y me dice... "cuando lleguemos a la casa te regalo mi mapache para que seamos mapaches los dos".

    Lo amo.

    ResponderEliminar
  4. hay no! me recordè a mi Gabo en la graduación del Kinder 4 con su camisa de fuera xq no le quedaba jajaja y en el kinder 5 disfrazado de Timón y haciendo breakdancing con la cara tapada por ese disfraz... pero se notaba de lo más copntento y feliz!!!
    :')

    ResponderEliminar
  5. KR y elsum: Al final, seamos tías, papás, mamás, hermanos mayores... Siempre es una alegría estar allí, compartiendo esos momentos tan importantes para nuestros peques!

    ResponderEliminar

Dinos lo que salga de tu corazón de madre, de padre o de hijo...