domingo, 20 de enero de 2013

La mamá más mala del mundo

Siempre pensé que la primera vez que escribiría en est blog sería algo mío, pues resulta que no es así. Lo que pongo a continuación es de un autor anónimo, como tantos textos que circulan por la red, pero este me gustó y como tiene que ver con nosotras las mamás, pues lo pongo.
Prometo escribir algo propio algún día. Lo intentaré. De momento, disfruten con esta verdad verdadera sobre las "malas" mamás que podemos llegar a ser.

 
Nosotros tuvimos la mamá más mala del mundo, mientras otros niños comían lo que querían, nosotros teníamos que desayunar cereal, huevos, leche y pan tostado. Cuando otros niños tomaban muchos refrescos y comían sin cesar dulces, pasteles y muchas botanas, nosotros teníamos que comer frijoles, aguas frescas, verduras, carne y pescado.

Cuando fuimos creciendo se hizo más mala, nuestra madre insistía en saber donde estábamos, parecía que estabamos encarcelados. Tenia que saber quienes eran nuestros amigos o con quien andábamos y lo que estábamos haciendo a cada instante. Nos insistía mucho en que si decíamos que nos íbamos a tardar una hora en algo o en algún lugar, debíamos tardarnos solamente una hora.

Pero siguió siendo cada vez más mala. Me da vergüenza admitirlo, pero hasta tuvo el descaro de enseñarnos a lavar nuestros trastos, tendíamos nuestras camas, barríamos y fregábamos nuestra habitación, lavábamos nuestra ropa, nos mandaba a la tienda de la esquina a por el pan y aprendimos cosas muy crueles como cocinar y otras que de plano no queremos recordar. Nos parece que se quedaba despierta toda la noche pensando que podía hacernos al día siguiente para molestarnos.
Cuando llegamos a la adolescencia fue más sabia y nuestras vidas se hicieron más terribles. Siempre insistía en que dijéramos la verdad y que le tuviéramos confianza. Nadie podía tocar el claxon para que nosotros saliéramos corriendo, pues nuestros amigos tenían que tocar la puerta de nuestra casa y preguntar por nosotros. Se convirtió en una una locura total; quería que le informáramos el nombre de cada amigo; quienes eran sus padres, a que se dedicaba nuestro amigo y sus padres donde vivían; a que escuela asistía nuestro amigo y que estudios cursaba y muchas cosas más, sobre todo cuando queríamos ir a alguna fiesta, no os podéis imaginar que calvario. 
Sin embargo ha pasado el tiempo y ninguno de nosotros ha participado en actos de violencia. Cada un de nosotros está trabajando para lograr un mejor futuro y solo nuestro esfuerzo será lo que nos haga cada día mejor. A nadie podemos culpar de nuestro futuro, cualquiera que sea, nuestra madre hizo que nos convirtiéramos en adultos educados, respetuosos, honestos y trabajadores.
Ahora que soy madre, estoy educando a mis hijos con las mismas enseñanzas y de la misma manera que mi madre nos educó. 
Me siento muy orgullosa cuando mis hijos me dicen que soy mala... muy mala madre.


Autor Desconocido