domingo, 11 de noviembre de 2012

Comencemos a construir la cadena de la cultura

Digamos que estoy en una reunión de padres de familia de la escuela y una de las madres empieza a alardear de que su hija de diez años se sabe todos los pasos del Gangnam Style... ¿Puedo yo alardear de que mi hijo de diez años escucha a Vivaldi y sabe aislar los instrumentos -con sus nombres- al oír una orquesta Sinfónica?

No, no puedo. A las demás mamás les va a parecer raro e irrelevante. Porque lamentablemente nuestra sociedad está tan pobre de cultura que los referentes de logros de nuestros hijos son absurdos. Hace poco tuve que enterarme del triste final de un proyecto artístico y cultural en el país, por que muchos de los involucrados no llegaron a entender el trasfondo ni las proyecciones del mismo. Es triste, pero en nuestro país la gente no sabe ni cómo abrir un libro. Y entonces, es a nosotros, como padres, a quienes nos corresponde encargarnos de que ese estancamiento cultural vaya cambiando, enseñarles a nuestros hijos que el arte no es una cosa aburrida, que la música clásica también es emocionante y divertida, que un libro puede tener muchas más historias que la tele o el cine. Es cuestión de cambiar un poco el chip cada día.

Mi hijo de diez años oye música clásica, porque en nuestra casa siempre está presente. No impuesta, sonando allí al fondo. Porque en mi casa siempre estaba allí, sonando de fondo mientras mi papá se fumaba un cigarro en la oscuridad... Mientras recordaba, tal vez, cuando su papá hacía lo mismo y este recordaba a su padre... Es una cadena.

Por favor padres, encárguense de comenzar a hilvanar su cadena. Aquí hay museos con guías que les pueden explicar a los niños. Hay orquesta Sinfónica, ahora hasta infantil. Hay teatro, mucho teatro. Exposiciones por todos lados.

Comiencen a construir su cadena. No dejen que se rompa jamás.

_____________________________________________________________________________

Les dejo algunos links:
http://elfaro.net/es/201211/guiacultural/
http://www.marte.org.sv
http://www.elsalvadorcultural.net/
http://cultura.presidencia.gob.sv/
http://www.museoscentroamericanos.net/el_salvador_museos/listado.htm

viernes, 26 de octubre de 2012

Mamá ejemplar

Oigan.

Todas las mañana me levanto y me repito a mí misma que puedo ser una mamá ejemplar.

Pero no, soy desordenada, indisciplinada, se me olvidan las tareas de mis hijos, no voy a los eventos sociales de padres de familia, no estoy segura si el miércoles es la clase de violín o el entreno de fútbol, dejo que mis hijos vean televisión en días de exámenes, los dejo que se mojen con la lluvia si quieren, no salgo corriendo a donde el doctor por cada enfermedad, los dejo que abran cuentas en Twitter, los motivo a que dibujen o escriban o toquen un instrumento en vez de sacarse diez en matemáticas, los dejo que hagan solos las tareas, los dejo que se vistan como les dé la gana, a la hora de dormir les cantaba canciones como Eternal Flame o You Light Up My Life...

Perdónenme a veces siento que no puedo ser una mamá ejemplar. Habemos mujeres que no estamos preparadas para eso. He fallado.

Eso me atormenta todos los días, porque, en serio, veo a los compañeros de mis hijos, bien peinados, con los zapatos bien lustrados, con sus tareas perfectamente realizadas (con la ayuda de los papás), y todos esos asuntos de mamás perfectas y me da envidia.

Uno se debate todos los día en esa tarea para la cual nunca fue instruida, la cual se realiza por instinto, a como vaya saliendo, a prueba y error. Y sobre todo, con todo el amor que a uno le cabe y es posible.

Y allí me tienen, luego de 17 años en esta tarea, aprendiendo cada día cosas tan simples como que lo único importa son los sentimientos de esa sociedad pequeña que es la familia. Porque, miren, si uno se pusiera a tomar en cuenta la opinión de los de afuera -de los que ven las cosas desde otra óptica, de los que miden por sus propios errores y circunstancias-  se volvería loco de culpabilidad o tristeza o furia o como quieran llamarle. Les digo, a la gente se le vuelve bien fácil opinar cuando se trata de la vida y los errores que no son suyos. En serio, quá maña y habilidad la de los demás para mirar la paja que uno tiene en el ojo, ya saben, sin ver antes la gran viga que les nubla la mirada.

Al final, uno se sigue preguntando ¿soy una buena madre, una madre ejemplar como todas las madres ejemplares? Y un día se llega a la entrega de notas y cuando la profesora de uno de los vástagos te dice que sobre todo lo demás (entiéndase como todo lo demás la parte académica y disciplinaria) se nota ante todo que tu hijo es feliz, que se le nota en la sonrisa y en la mirada; entonces uno puede entender que tal vez, a lo mejor, que es probable que en el fondo si se sea una madre ejemplar.

viernes, 12 de octubre de 2012

Angustias de fin de año

Hola buenas, aquí solamente a dejar constancia que parte del trabajo de madre también es sufrir los examenes finales del colegio.

Es extraño, como estudiante no supe lo que era eso, todo fue un paseo por el parque, los 10 y los 9 caían por su propio peso, solo era repasar un dia antes y ya. Tan bonita la infancia.

Pero ahora, no sé si el nivel de competitividad ha crecido tanto, si de verdad el sistema privado es "más yuca" que el público de hace 20 años, o que los niños de hoy tienen más interés en jugar video juegos que en saber si las sobreesdrújulas se tildan siempre o no.

Claro, yo no cursé inglés en primaria, sino hasta séptimo grado como lo indicaba el plan de estudios...pero es que tampoco fue tan grave, de hecho, sólo he tomado un nivel de clases de inglés (que fue el diez) y ya no pude seguir, pero me leo mis libros en inglés comprendiendo diría yo que la mayor parte del asunto. Pero los niños de hoy parece como que si de todo necesitaran clases de refuerzo. A saber.

A saber si serán muy pocas horas a la semana dedicadas a cada materia, porque como no tenía Educación en la Fe, ni Desarrollo de la Inteligencia, ni Tutoría, ni Computación, ni Danza, ni Inglés, pues esas horas eran para las 4 materias básicas también.

Quizá si se dedicaba más tiempo al alumno. Auque mis clases eran de 30 a 40 niñas, igual que las aulas de los colegios privados de hoy, en algunos de los Bilingües hasta 50 he visto. Pobres maestras.

Lo que sea, llega esta época de exámenes finales y uno no puede hacer más que darles todo el empujón antes de, y esperar pacientemente a que llegue el dia de la entrega de notas para saber si se van en paz de vacaciones o si toca año escolar extendido.

Ojalá que el peque no quede en deuda con el cole este año, porque yo realmente desde enero estoy esperando que salga de clases, para poder hacer algo por mi vida en ese tiempo de 5 a 7 am...algo como ir al giminasio, digo yo.

También los exámenes son parte del oficio de ser mamá.

jueves, 30 de agosto de 2012

SU PRIMER CARRO


Tenía 2 años. Su primer carro fue uno de bomberos con escalera, sirena y todo.. lindísimo, sonaba tooodo el día, hasta que finalmente se cansó después de casi 10 paquetes de baterías y haber terminado casi con la poca paciencia del papá, la mía no.. por suerte tengo hasta para regalar.

Ese carro después de destartalado por haber sido empujado sin baterías, siguió de decoración, hasta que llego uno de los más esperados¸ el carro de Batman, tenía 4 años.

Era el Batman de la película, genial! Fue todo un evento, el lanzamiento de Batman Returns y el carro negro divino y el Batman incluido. Ese fue un compañero en las buenas y en las malas, iba a todas partes. Hasta que un buen día el carro se arruinó y paso a formar parte de los carros de adorno.

Para el cumple no.7 llegó uno super chivo, recuerdo que era carísimo.. pero se lo había ganado! Un carro rojo a control remoto con unas llantas grandotas, ese fue una gran onda, se subía en todo, se caía y no le pasaba nada, dejo de funcionar como todos los anteriores, pero ese lo guarda con todo y control remoto entre sus libros y su guitarra hasta la fecha…

Todos los ha disfrutado, pero creo que el que más va a disfrutar es el nuevo, un verde, cuatro puertas, con un sony xplod a control de remoto, con llaves de verdad. Su primer carro.  Comprado con su sueldo. Este estoy segura que va a ser inolvidable, lo lleva a todas partes. Ahora ya tiene 22 años.


miércoles, 9 de mayo de 2012

Gajes del oficio - Niño empanizado


Llamémoslo mi segundo hijo (para proteger su identidad), desde que nació fue un niño tranquilo, no molestaba de noche, ni de día, Yo lo podía dejar horas en la cuna y él solito buscaba en qué entretenerse.

La única vez que le agarro de llorar fue porque tenía una infección horrible de riñones, de ahí? Era una dulzura.

Una madrugada lo oi quejarse, pero estaba tan cansada que espere a ver y si no seguía, no me iba a levantar, se quejo una o dos veces más y esperé.

Nunca hacía eso, pero como solo eran como grititos, no me alarmó. Se durmió y me dormí. Han de haber sido como las dos de la madrugada y él tenía como ocho meses.

A las seis me levanté y lo oí como todas las mañanas balbuceando y cantando, preparé el desayuno, ordené un poco y de repente llega Jorge (3 años) y me dice “hoy si vas a tener que castigar a mi manito”, entro al cuarto y veo la cuna, la ropa y a mi segundo hijo, completamente embarrados de caca.

Tenía más o menos cuatro horas de estar así, era una pestilencia enorme y él, tan lindo como siempre, tranquilito, con todo el cuerpo y la cara enbarrados de aquella plasta café seca, se chupaba el dedito gordo, que rea lo único que tenia color de piel.


SIENDO MAMA

Hace 16 años...

Cuando mi primer hijo nació, Yo tenía escasamente veinte años. Pasé casi 6 horas luchando en el parto, mi mamá no quería una cesárea, pues una mujer que no tiene al hijo con dolor, no es mujer. Pero para ser sincera, la salida no ha de ser nada, contra seis horas de contracciones.

“Ni el niño ni ella aguantan” le dijo finalmente la Doctora de Amaya a mi mamá, “Si no se hace cesarea él se va a ahogar” y me hicieron la cesárea (muy bien hecha y muy estética, por cierto)

Cuando al fin logré despertar, no sentía ese nudo de amor, que una debería sentir por un hijo y fue raro, si estaba contenta y lo revisé, que tuviera cada parte completa y no le faltara nada y ahí estaban mi mamá y la suegra de mi hermano (quien fue como otra mamá para mí) peleándose las atenciones del crío.

Con los días y a pesar del dolor y el malestar, fue llegando esa sensación, poco a poco, de que algo mas importante que una misma, ha arribado. No porque se haya cargado por nueve meses, no porque haya “dolido” como creen los ignorantes, al hijo tambien se le aprende a querer, porque está ahí, porque depende de nosotros, porque es un ser tan indefenso y vamos creciendo con él. No importa si salió de dentro de nosotros o no.

Y como Yo quería una niña, mi hijo se vistió de rosado casi tres meses.

Con mi segundo hijo, dos años después, la cesárea era programada, lo último que recuerdo es a mi primogénito yéndose con su abuela paterna, recuerdo que se me quebró el corazón, mientras lo veia caminar y voltearse a decirme adiós, desde ese día ya no seríamos nosotros dos, ni las atenciones serían para él.

Dos días después lo llevaron al hospital, los ojos grandes que tiene, le brillaban y se reía, así como aún lo hace hoy, quería ver a su manito…Era un día de la madre y hoy que recuerdo, no me acordé de felicitar ese día a mi suegra, quien me enseñó la mitad de lo que soy.

Mi segundo hijo aprendió a hablar a los diez meses, a los once meses ya no tomaba pacha, ni usaba daiper. A los once meses nació su hermanito, para su mala suerte con peso excesivamente bajo y prematuro tres.

Asi es que mi segundo hijo, el “sanduwich” por que le toca en medio, no solo sabía ir al baño, tomaba en vaso y usaba calzoncito, si no que también ayudaba con su hermanito. Varias veces en lo que Yo corría con la pacha (porque nunca les di pecho) él se las había ingeniado, sacaba la pacha de la madrugada y se la metía al otro bichito, Yo lo encontraba empinado metiéndole leche arruinada al otro…

Así es que de 23 años, Yo era mamá de tres y jugaba con ellos, salíamos juntos a pasear, veíamos las mismas series y las mismas caricaturas, me dieron batalla: Botaron la puerta de la sala, cortaron el cable del TV mientras estaba encendido, me pintaron la ropa, desarmaban todo…se hicieron adolescentes y veíamos las mismas series, las mismas caricaturas, los mismos programas musicales, me contaban todo! Tanto que a veces hablaban tanto que ya ni los escuchaba!

Yo crecí siendo mamá y es lo mas grande que he hecho en la vida. Eduqué hijos para que fueran triunfadores: Porque uno triunfa si es feliz. Todo lo demás es adicional. Y cuando se empezaron a ir, como las arañitas de Charlotte, me fue quedando un hueco grande.

miércoles, 18 de abril de 2012

El mejor trabajo del mundo

Este es un video hecho por la empresa P&G, como parte de la publicidad previa a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Aunque es un material hecho con fines comerciales, el mensaje es muy bello: El trabajo más difícil del mundo es también el mejor trabajo del mundo.
Espero lo disfruten.



viernes, 13 de abril de 2012

Mamá soltera

No es fácil ser mamá soltera. Tenés el doble de trabajo. La sociedad te juzga. Pensás que no alcanzás a hacer todo lo que deberías de hacer. La sociedad te juzga. Hay situaciones en las que sentís que un par extra de manos te ayudarían. La sociedad te juzga…

Supongo que hay una gama infinita de razones por las que millones de mujeres terminamos criando solas a nuestros hijos. Cada quien tendrá su historia. Algunas de seguro lo hacen por elección propia. Para otras, nuestra situación es la conclusión inesperada de un cuento de hadas que termina en un amasijo de sueños rotos.

Sea como sea, el resultado es casi siempre el mismo. Nos vemos solas con la enorme responsabilidad de la crianza de nuestras criaturas. Nos da miedo no hacerlo bien, nos aterra que la falta del padre les afecte, que nosotras no seamos suficientes para ellos. Buscamos maneras de compensar esa ausencia, de decirles que estamos allí para ellos, que todo estará bien, que lograremos superar esto que llaman vida.

No siempre lo logramos. Hay días frustrantes, momentos de pánico, lapsos de llanto, de confusión. En lo personal, mi ideal desde siempre fue un bonito hogar-tradiconal-con-madre-padre-hijos y talvez hasta un perrito. No haberlo logrado es ya material suficiente para una buena dosis de culpa, de arrepentimientos, de “hubieras” atorados en algún lugar muy dentro, que uno quisiera descubrir para sacárselos de una vez y para siempre.

Y nuestra sociedad, en la que nos guste o no tenemos que vivir, ayuda poco o nada. Siempre habrá dedos señalándonos, que si no hay un hombre a nuestro lado deberá ser porque algo malo tenemos nosotras, quizás somos malas, locas, demasiado enojadas o demasiado alegres, y vaya usted a saber cuántas cosas más que se le puedan ocurrir a la vecina de al lado que no tiene mejor tema de conversación y que se jacta de ella sí ser señora-de.

Pero, de alguna manera inexplicable, todo esto se logra superar. Cuando vemos los ojos de nuestros niños, sus sonrisas, sentimos sus abracitos suaves y dulces o escuchamos esa vocecita que dice “mami te amo, qué linda sos”, todo obstáculo se vuelve chiquito. Sentimos una fuerza descomunal que nos permite seguir multiplicándonos hasta el infinito para asumir roles de madre, enfermera, maestra, profesional, consejera, cocinera, costurera, asesora de modas, estilista, fontanera, albañil, dibujante, matemática, y lo que la ocasión y los hijos requieran.

Y se puede, no es fácil, pero se puede. Más allá de los estigmas conozco muchos adultos felices y exitosos que se criaron solo con la madre. Eso, en lo personal, me alienta mucho. El desafío es doble, sí, pero hay que cumplirlo. Dicen que el amor es la fuerza más poderosa del universo, y lo creo. También dicen que el miedo es lo contrario al amor, pero estoy segura de que el amor tiene ganada esa batalla porque, al menos, para mí, el amor de mis hijas ha sido el remedio para cada ataque de pánico que llego a sufrir.


P.D.

Nunca pensé llegar a escribir un post sobre este tema, no es algo de lo que me sienta orgullosa, pero es mi realidad. Muchos lo leerán y me criticarán, pero espero que alguna otra mujer en mi situación lo lea, y sepa que no es la única. Si es tu caso y me estás leyendo, te dedico estas líneas y te animo a seguir, a no dejarte vencer. Nuestros hijos lo merecen.

Mi nombre es Karla, el de él… Sebastian.

No somos madre e hijo, pero en esta vertiginosa vida, él es lo más parecido a hijo para mí, yo soy su tercera mamá, luego de su mamá (mi hermana) y su “mami” (mi madre), además de ser su tía, soy su madrina de bautizo.

Siempre he pensado que a los niños hay que criarlos y educarlos, aunque no ejerzo la maternidad, en nuestra relación, he descubierto que él también nos cría, en el afecto, y nos educa en la laboriosa tarea de ser mejores personas.

En lo personal, él representa ese vínculo familiar tan necesario, la raíz de una realidad que a veces no es tangible, el lazo con el mundo; es decir, me saca de mi egoísmo, ese que traemos tal cual pecado original, y me hace creer en que este mundo tiene arreglo por tan solo una razón: él está junto a mí.

Muchos pensarán que me emociono demasiado al hablar de él; Alejandro - un amigo - me interpela en mi decisión de no tener hijos, “se ve que es buena tía, por qué no intenta como mamá?” me preguntó uno de estos días. La verdad es que la causa de esta emoción es tan incomprensible, como cuando amanece cada día y escucho “Pequeño ángel” de Fito Paez, nuestra primera canción de amor, canción que le cantaba insistentemente cuando finalmente llegó a casa luego de permanecer once días en una incubadora. Al nacer, los doctores lo dijeron, “su corazón es demasiado grande para su cuerpo”, no se imaginaron los galenos que esa condición no solo es biológica… en realidad, él ostenta uno de los corazones más hermosos y grandes que he conocido.

Puede ser que mi miedo a ser madre nunca me abandone, no sé si la vida no me va a sorprender dándome un hijo propio, pero lo que estoy segura de momento es que estas vidas que llegan, entre tanta conmoción, y que nos hacen volver a cantar canciones de amor, de esas que no te hablan de amores fatuos o perecederos, sino esas canciones que te ponen un mood suavecito, esas que suenan mejor cuando un niñito, no importa si tiene once días de nacido, o dos, o cuatro o cinco años, te abraza y te dice… que sos la mejor persona que conoce después de sus mamás… estas vidas le cambian a una la rutina, el ritmo, la visión… la vida completa.

Este día, hace cinco años, también era viernes, estaba nublado y a las 9 a.m. me avisaron… mi madre fue la mensajera: “ya nació el niño, va a entrar a Cuidados Intensivos, yo no sé qué problema tenés con Dios, pero te lo pido por favor, rezá por él” y yo, que tenía tanto tiempo de no hacerlo, recé… por si acaso mi simple e inocuo rezo sirviera para algo. Ha sido la última vez que lo hice.
Este día, al amanecer tomó en sus brazos el regalo que le di por su quinto aniversario, al romper el papel en trozos insalvables gritó “un libro para aprender a leer!!!!” y dándome la razón al final, le demostramos a los demás adultos de la casa que leer también provoca emoción y ahí está… sentadito en un sillón, alejado del cable, del videojuego, tratando de adivinar el alma de cada palabra impresa… “O – ESE – O … OSO” y yo me emociono de nuevo. Me emociono porque descubrir la vida, luego de su llegada, ha sido así… emocionante.

Feliz cumpleaños mi querido Sebastian.

Nota de la editora: ¡Feliz cumpleaños Sebastián! y gracias a la feliz tía por compartir con nosotras!

martes, 10 de abril de 2012

Confesiones de una “super mamá”

Escrito por: Gracia Pasos*

La primera es la más urgente: no soy una super mamá, no soy una super nada. En realidad hago lo que hago por dos razones. La principal es porque hay una fuerza motora que nos impulsa a veces a olvidar la lógica, se llama amor. Esa fuerza es imparable, pero a veces es también arrasadora. Luego, la otra razón es un poco más mundana y quizás hasta triste: creo que nadie haría lo que hago si no lo hago yo. Simple.

A veces doy y doy hasta quedar sin nada, barrida, exhausta. Entrego más allá de mis fuerzas y posibilidades quizás en espera de que alguien se acerque y me pregunte que si hay algo que yo necesite. Ese momento aún no ha llegado. Talvez no llegue nunca.

Confieso que a veces temo que algún día ya no podré dar nada. Espero que eso suceda hasta que esté muy vieja y que yo sienta que mi misión está cumplida. Este trabajo es una gran labor de fe y sobre todo exige creer en el largo plazo, en el larguísimo plazo. Mis esfuerzos quizás tengan frutos en 20 ó 25 años, cuando haya una mente adulta, forjada gracias a aquel esfuerzo, que diga, como dijo Abraham Lincoln: “Todo lo que soy se lo debo a mi madre”.

Confieso que sí tengo necesidades y sueños, y egoísmos, muchos. Los guardo, celosamente, y me reprendo cuando asoman.

Confieso que también tengo incontables alegrías, satisfacciones, orgullos. Hay tanto entusiasmo en poder servir para ver crecer a tu familia. Esta labor prodiga privilegios escondidos y premios maravillosos. A veces, un solo abrazo de unos bracitos chiquitos te puede hacer sentir invencible. Y entonces se sigue, se sigue. Así es como funciona esto.

Confieso que a veces olvido que soy una mujer, olvido que fui alguien con otras aspiraciones e intereses. Olvido que el mundo es enorme y que me mi rincón es chiquito, que mi mente y mi energía son limitadas.

Confieso que ya no soy tan libre de sentir. Me escondo para llorar, me avergüenzan la cólera y la impaciencia y lucho contra todos los sentimientos que pueden ser un mal ejemplo o una mala guía para mis hijas. No quiero ser la que destruye sino la que edifica, como esa mujer sabia de la que habla la Biblia.

Confieso que sigo aquí voluntariamente, firme, con el corazón, porque mantengo una libertad básica y gigante: la libertad de amar. Amo a mi familia, esa es una gran verdad. A veces, desde fuera, ese amor se puede ver como una super fuerza, que lleva a esa dañina y estereotipada expresión de “super mamá”. La verdad es muy sencilla, lo que hay es bien simple porque no hay poderes mágicos ni extraordinarios, es solo entrega, compromiso y amor.

*Gracia Pasos es colaboradora de Madres 2.o

lunes, 30 de enero de 2012

Es difícil ser mamá

Pero es más difícil ser hijo.
[Malas madres]

Uno nunca termina de aprender este oficio. Cuando finalmente se sale de las piñatas y las interminables tareas, porque ahora son lo suficientemente grandes y maduros para tomar sus responsabilidades por sí solos, vienen los permisos para las saliditas de noche, para las fiestas de quince, las visitas al cines con los compañeros, las buenas notas o no, las conversaciones sin fin pensando en las universidades, las carreras, los futuros...

¿Dejar ir a la hija de 16 a la fiesta en el Conga Bus? ¿Es lo suficientemente madura para enfrentar los riesgos que eso lleva? ¿Está lo suficientemente preparada para no caer en las redes del humo, el alcohol, los "amiguitos"?

Una madre se hace preguntas todos los días. Y no todos los días tiene las respuestas. Especialmente una madre como yo [mala madre] despreocupada, despistada; que no se da cuenta que le falta un hijo en la casa hasta las 9:30 de la noche y mientras el papá lo busca desesperado por toda la colonia, uno sigue pensando que por allí debe andar con el otro amiguito, que ya va a aparecer. Y aparece. Y mientras el papá le grita, lo amenaza, lo regaña, lo castiga; uno solo piensa "qué difícil ser hijo".  Ajá, porque uno de madre [o padre en el caso] siempre le está pidiendo a los hijos que entiendan, que se pongan en el lugar de uno: "¡es que por favor, entendé, estaba preocupado y por eso te estoy gritando!" parecemos decir; ¿y quién entiende al niño que viene todo chuco, sudado y feliz de jugar con los amigos y le cae el gran sermón con las grandes palabras solo porque a veces el que no pone atención es uno? Obvio, que esto solo es una reflexión mía, y que durante el transcurso del drama mejor me quedo callada [porque soy mala madre, ya sabemos] mientras el niño llora y el papá sigue gritando.

Entonces: ¡malas madres del mundo, uníos!

Deberíamos hacer un manual o un grupo de ayuda y apoyo.

Como dije antes, esto de ser madre es difícil, todo nos sale a puro instinto y sentido común. Al final, la única certeza posible es que uno los ama entrañablemente y que cualquier cosa que haga no es por ganas de joder y seguirse equivocando; es porque uno los ama. Solo por eso.

[Nota al final de la edición: Recién publico esto y me voy a revisar el correo de Yahoo, lo cual, últimamente hago, cada cuatro o cinco días [o cuando me acuerdo que existe esa cuenta]. Me encuentro con un correo [enviado el viernes a las 9:00 am] de la profesora del menor de mis hijos diciendo que para hoy necesitan ir de camisa manga larga y pantalón de vestir. Yo lo mandé con camiseta manga larga café y jeans, porque él me dijo: "camisa café y pantalón azul". Y entonces, me sigo sintiendo mala madre.]

jueves, 26 de enero de 2012

Malas Madres

Nos sentimos malas madres por no dar a nuestros hijos todo el tiempo y atención que necesitan. Sabemos que hay madres mucho peores, pero es no sirve de calma, porque hay que ver para adelante y no hacia atrás para tomar referencia.



Sufrimos por no poder pasar cumpleaños con ellos en días laborales, sufrimos por esos dias en que llegamos y ya están dormidos. Lamentamos el tiempo perdido en reuniones de trabajo mientras ellos, lo más importante de nuestra vida, están con otras personas que no somos nosotras.



¿Es mala madre la que trabaja para que sus hijos tengan una mejor educación, una mejor alimentación, un estilo de vida más confortable?
¿Es mala madre la que no puede jugar con ellos por hacer las tareas domésticas que nadie más hace?
¿Es mala madre la que, maltratada por su pareja, transmite el maltrato a sus hijos?



Y por el otro lado
¿Es buena madre la que sacrifica su crecimiento profesional por estar en casa con ellos, pero se guarda su frustración?
¿Es buena madre la que juega con ellos, pero tiene la casa patas arriba y viviendo en un ambiente insalubre?
¿Es buena madre la que en lugar de castigar deja pasar todo, porque ahora hay que ser amigo de los hijos?
¿Es buena madre la que “aguanta” todo de su pareja “por el bien de los hijos”?



Seguramente habrán respuestas afirmativas y negativas para cada una de las preguntas, porque el ser bueno o malo depende del marco de referencia, y cada cabeza es un mundo.



No nos queda más, como dice la canción, que intentar dar lo mejor, un dia a la vez, teniendo la mente abierta a que no todos los dias serán buenos y que más de alguna vez amaneceremos con la sensación de ser malas madres, aunque quizá para nuestros hijos, seamos la mejor mamá del mundo.