lunes, 21 de noviembre de 2011

¿Y si yo lo único que quisiera es que mis hijos sean los más felices?

Eso me preguntaba hoy mientras forraba los libros de Benjamín: 10 libros de texto y 3 novelitas cortas para un niño de segundo grado. El libro de Gramática, por ejemplo, tiene 266 paginas; el de Math, 314.

¿Serán necesarias esas 314 páginas para que un niño llegue a ser todo lo que tiene que ser?

Porque, miren... Yo siempre lleve las mejores notas en primaria y secundaria. Pero para mí todo lo demás era bien difícil: no sabía cómo hablarle a los niños, no sabia de que hablarles, no era sociable, ni divertida, ni popular; crecía en medio de seis hermanos con los que no se podía hablar y dos papás... que mucho menos. Era una persona sola y ensimismada -¿enmimismada?- Las buenas notas y todo el conocimiento no me sirvieron para ser feliz.

Yo me pregunto: ¿y si en lugar de 266 páginas de Gramática, Benjamín tuviera una maestra que le enseñe lo divertido de las palabras? Una maestra que le enseñe que juntando las palabras se puede llegar a decir lo que uno siente, una maestra que le enseñe que hay palabras que suenan lindo, como libélula, malaquita, escaramuza, pintalabios, azul...

Cirrocúmulo.

A mí de verdad me gustaría que el Sistema Educativo Nacional -Mundial-Universal- fuera capaz de decirle a la Mandy: mira niña ya olvidate del Algebra y esas cosas; vos tenes facilidad con el lenguaje y la música, nos vamos a enfocar en esos aspectos... Y sí, de verdad, soña con ir a Juilliard cuando salgas de bachillerato.

Y así...

La verdad es que preferiría que les enseñen a mis hijos a ser felices, soñando en lo que quieren o pueden ser; no que los tengan frustrados diez meses porque no entienden las Matemáticas...

2 comentarios:

  1. Eso quisiera yo, que en lugar de estar batallando en curso de verano porque la s es un gancho irreconocible y la b parece l + o y tener la guillotina encima de repetir grado o cambiar de colegio por ese detalle, le descubrieran que le encanta cocinar, que quisiera tocar un instrumento, que es un gran bailarín, que qusiera más clases de BKB.
    Igualmente, la vida académica no me costó en lo absoluto, pero bien hubiera cambiado un par de 10 en matemáticas por tener más amigos que llegaran a mi fiesta de 15.

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  2. Para mi fiesta de 15 me faltaron 5 para completar las 14 "damitas". Así de popular era.

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