viernes, 13 de abril de 2012

Mi nombre es Karla, el de él… Sebastian.

No somos madre e hijo, pero en esta vertiginosa vida, él es lo más parecido a hijo para mí, yo soy su tercera mamá, luego de su mamá (mi hermana) y su “mami” (mi madre), además de ser su tía, soy su madrina de bautizo.

Siempre he pensado que a los niños hay que criarlos y educarlos, aunque no ejerzo la maternidad, en nuestra relación, he descubierto que él también nos cría, en el afecto, y nos educa en la laboriosa tarea de ser mejores personas.

En lo personal, él representa ese vínculo familiar tan necesario, la raíz de una realidad que a veces no es tangible, el lazo con el mundo; es decir, me saca de mi egoísmo, ese que traemos tal cual pecado original, y me hace creer en que este mundo tiene arreglo por tan solo una razón: él está junto a mí.

Muchos pensarán que me emociono demasiado al hablar de él; Alejandro - un amigo - me interpela en mi decisión de no tener hijos, “se ve que es buena tía, por qué no intenta como mamá?” me preguntó uno de estos días. La verdad es que la causa de esta emoción es tan incomprensible, como cuando amanece cada día y escucho “Pequeño ángel” de Fito Paez, nuestra primera canción de amor, canción que le cantaba insistentemente cuando finalmente llegó a casa luego de permanecer once días en una incubadora. Al nacer, los doctores lo dijeron, “su corazón es demasiado grande para su cuerpo”, no se imaginaron los galenos que esa condición no solo es biológica… en realidad, él ostenta uno de los corazones más hermosos y grandes que he conocido.

Puede ser que mi miedo a ser madre nunca me abandone, no sé si la vida no me va a sorprender dándome un hijo propio, pero lo que estoy segura de momento es que estas vidas que llegan, entre tanta conmoción, y que nos hacen volver a cantar canciones de amor, de esas que no te hablan de amores fatuos o perecederos, sino esas canciones que te ponen un mood suavecito, esas que suenan mejor cuando un niñito, no importa si tiene once días de nacido, o dos, o cuatro o cinco años, te abraza y te dice… que sos la mejor persona que conoce después de sus mamás… estas vidas le cambian a una la rutina, el ritmo, la visión… la vida completa.

Este día, hace cinco años, también era viernes, estaba nublado y a las 9 a.m. me avisaron… mi madre fue la mensajera: “ya nació el niño, va a entrar a Cuidados Intensivos, yo no sé qué problema tenés con Dios, pero te lo pido por favor, rezá por él” y yo, que tenía tanto tiempo de no hacerlo, recé… por si acaso mi simple e inocuo rezo sirviera para algo. Ha sido la última vez que lo hice.
Este día, al amanecer tomó en sus brazos el regalo que le di por su quinto aniversario, al romper el papel en trozos insalvables gritó “un libro para aprender a leer!!!!” y dándome la razón al final, le demostramos a los demás adultos de la casa que leer también provoca emoción y ahí está… sentadito en un sillón, alejado del cable, del videojuego, tratando de adivinar el alma de cada palabra impresa… “O – ESE – O … OSO” y yo me emociono de nuevo. Me emociono porque descubrir la vida, luego de su llegada, ha sido así… emocionante.

Feliz cumpleaños mi querido Sebastian.

Nota de la editora: ¡Feliz cumpleaños Sebastián! y gracias a la feliz tía por compartir con nosotras!

2 comentarios:

  1. Feliz cumple Sebastián!
    Yo sospecho que la tía Karla un dia va a ser mamá y se le va a quitar eso raro que siente.
    Se lo dice alguien que ahora se derrite por los bebés, pero que a los 25 le daban picazón.

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  2. ^^
    A ver... nunca se sabe los reveces que pueda darle a una la vida.

    Saludos madres!

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