Oigan.
Todas las mañana me levanto y me repito a mí misma que puedo ser una mamá ejemplar.
Pero no, soy desordenada, indisciplinada, se me olvidan las tareas de mis hijos, no voy a los eventos sociales de padres de familia, no estoy segura si el miércoles es la clase de violín o el entreno de fútbol, dejo que mis hijos vean televisión en días de exámenes, los dejo que se mojen con la lluvia si quieren, no salgo corriendo a donde el doctor por cada enfermedad, los dejo que abran cuentas en Twitter, los motivo a que dibujen o escriban o toquen un instrumento en vez de sacarse diez en matemáticas, los dejo que hagan solos las tareas, los dejo que se vistan como les dé la gana, a la hora de dormir les cantaba canciones como Eternal Flame o You Light Up My Life...
Perdónenme a veces siento que no puedo ser una mamá ejemplar. Habemos mujeres que no estamos preparadas para eso. He fallado.
Eso me atormenta todos los días, porque, en serio, veo a los compañeros de mis hijos, bien peinados, con los zapatos bien lustrados, con sus tareas perfectamente realizadas (con la ayuda de los papás), y todos esos asuntos de mamás perfectas y me da envidia.
Uno se debate todos los día en esa tarea para la cual nunca fue instruida, la cual se realiza por instinto, a como vaya saliendo, a prueba y error. Y sobre todo, con todo el amor que a uno le cabe y es posible.
Y allí me tienen, luego de 17 años en esta tarea, aprendiendo cada día cosas tan simples como que lo único importa son los sentimientos de esa sociedad pequeña que es la familia. Porque, miren, si uno se pusiera a tomar en cuenta la opinión de los de afuera -de los que ven las cosas desde otra óptica, de los que miden por sus propios errores y circunstancias- se volvería loco de culpabilidad o tristeza o furia o como quieran llamarle. Les digo, a la gente se le vuelve bien fácil opinar cuando se trata de la vida y los errores que no son suyos. En serio, quá maña y habilidad la de los demás para mirar la paja que uno tiene en el ojo, ya saben, sin ver antes la gran viga que les nubla la mirada.
Al final, uno se sigue preguntando ¿soy una buena madre, una madre ejemplar como todas las madres ejemplares? Y un día se llega a la entrega de notas y cuando la profesora de uno de los vástagos te dice que sobre todo lo demás (entiéndase como todo lo demás la parte académica y disciplinaria) se nota ante todo que tu hijo es feliz, que se le nota en la sonrisa y en la mirada; entonces uno puede entender que tal vez, a lo mejor, que es probable que en el fondo si se sea una madre ejemplar.
Y ya, yo sabía cuando me llegó al mail que el post era tuyo. Se ve, en los ojos de tus hijos, aunque sea a través de fotos, que son libres y felices...además de no haber perdido la inocencia, diría yo.
ResponderEliminar"se volvería loco de culpabilidad o tristeza o furia o como quieran llamarle" puesí, sucede, culpa principalmente, porque a veces parece que este mundo está lleno, rebalsando de culpa.
Yo conozco una familia así, que parecen perfectos, buenas notas, música, deporte, padres unidos, ella delgada a pesar de tener más de 40, el señor se ve bien correcto, así, tan pulcros que dan envidia.
Yo no sueño ser ejemplar, solo quisiera ser la mamá que mis hijos necesitan y a veces hasta en eso siento que les quedo debiendo.
Qué lindo comentario, Clau. No lo había leído. Y sí, la verdad, uno solo vive soñando en ser la mamá que necesitan. Y sí, quiero pensar que mis hijos son libres y felices. Los siento así, con las preocupaciones típicas de sus edades, pero libres al fin, decidiendo por sí mismos qué es lo que quieren de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Simplemente hermoso! Y curioso porque cada vez que escucho "eternal flame" siento que solo puede ser cantada para mi hija
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