Hoy me decía una amiga que debería de escribir en un blog mi experiencia como periodista y como madre. Pues en el blog ya escribo, pero esta misma combinación explosiva entre mi profesión y mi situación familiar me había mantenido en una vorágine implacable que me llevó a abandonar por un tiempo este espacio. Mea culpa y disculpas.
Hoy me siento como la peor madre del mundo, no, más bien, del universo. ¿Saben qué hice? Fui a dejar a mi bebé a la guardería —la mejor que pude encontrar, luego de un rosario de solicitudes de referencias a mis amigas, y las respectivas visitas frustrantes a una, tras otra, tras otra…—, como todos los días, con su maletita lista: pañales, frazadita, cambios de ropa, baberos, calcetines, las pachitas con agua, ajá, todo. Menos la leche.
Bueno, en realidad me refiero a la fórmula láctea en polvo con la que las madres que trabajamos sustituimos la lecha materna —“el mejor alimento para el lactante”, según dice en letras chiquitas en la misma lata, como un aguijoncito que nos termina de apuñalar el corazón—.
Justo cuando comenzaba a respirar tranquila porque ya había cumplido mi tercer gran deber del día, léase dejar a la niña en la guardería (en otra entrada les compartiré cuáles son las primera y la segunda… y la tercera, la cuarta, la quinta…), una llamada a mi celular me cayó como patada en la cara: “señora, me dice la enfermera que no le trajo la lechita a la niña”, y al fondo, se escuchaba el inconfundible llanto de mi bebé, de mi Clarita, que a sus casi cuatro meses de edad pasa la mayor parte del tiempo con extrañas (extrañas para mí, ella ya las conoce, y las saluda con una sonrisa cuando las ve).
Las que sean madres se imaginarán la combinación de angustia, culpa y cólera que me invadió. Cólera contra mi misma, angustia por mi bebé, culpa por no poder ser más eficiente, por no poder hacer abundar más el tiempo, por no haber revisado dos veces la maletita, por no poder ser mamá de tiempo completo ahora que mi hijita me necesita tanto.
El plan mental para resolver el problema era simple: pasar a la farmacia que queda cerca de la guardería, comprar la fórmula e írsela a dejar. En esas estaba cuando apareció Murphy. En la farmacia no tienen la marca de fórmula que toma mi hija, que además debe ser libre de lactosa para evitarle los cóligos. Corro al mostrador, pregunto si tienen esta fórmula, me dicen que no, me regreso a la góndola, veo otra marca que dice ser libre de lactosa, vuelvo al mostrador, y mientras la pago, le pido a Dios que no le vaya a caer mal. Regreso al carro, manejo como autómata hasta la guardería, me bajo y corro dentro, las encargadas me reciben y les doy la fórmula, no las veo, no las oigo, solo busco con la mirada a mi bebé, la ubico y la encuentro con los ojitos hinchados de llorar, ya calmada porque las enfermeras la han estado arrullando, el corazón se me encoje, la quiero cargar, quiero darle el pecho, pero es tardísimo y debo volver a la oficina. Una de las enfermeras le prepara la fórmula y otra se sienta con ella en una mecedora y le da de comer. Veo que hace un gesto de disgusto al probar la leche y se me sale una lágrima. Tras la insistencia de la enfermera, mi Clarita finalmente agarra el biberón y empieza a comer. Me ve, se distrae y suelta el biberón, es mejor que me vaya, lo sé, pero no quiero, pero igual lo hago.
De ese momento, al minuto que llego a la oficina, no recuerdo mucho, a estas alturas se ha ido ya la angustia, y solo me queda la culpa. La culpa sigue aquí conmigo y no logro sacudírmela. Es mi compañía más recurrente desde que, hace 11 años, comenzó este binomio difícil de conciliar entre mi gran pasión, el periodismo, y mis grandes amores, mis hijas.
Amo lo que hago, pero amo más a mis hijas. Debo trabajar para que a ellas no les falte nada, pero con mi horario les termino faltando yo. Tengo una rutina, una lista de pendientes, una agenda semanal y otra mensual, todo lo que los libros de crianza de niños para madres que trabajan te recomiendan. Aún así no logro ser infalible, y en la maternidad los errores se pagan muy caros.
Son las 10 de la mañana y el día es aún joven. Me falta mucho por hacer, superar el corre-corre de la hora del almuerzo y asumir el papel de ama de casa cuando llegue por fin al hogar, a una hora indeterminada e impredecible, y rogarle a Dios que esta vez sí haga las cosas bien, para que talvez, y solo talvez, mañana pueda ser una mejor mamá.
bueno, yo soy madre y profesional, te entiendo pero guardo en mi corazón la esperanza de que, por pequeños o grandes que sean, nuestros hij@s vean que nuestro mayor afan es ofrecerles lo más que podemos en este universo absurdo en el que vivimos. Y que esa culpa que sentimos en día como estos será aliviada por el amor incondicional de ell@s por nosotr@s, ¡Ánimo! seguramente hay dias en que todo sale bien y otros en que el mundo parece caerse, afortunadamente cada uno es una oportunidad para dar nuestro mayor esfuerzo.
ResponderEliminarQué Buen Articulo Mariana, Pero sabés Sos la mejor mamá del mundo, claro después de mi mamá jajaja, Tranquila esa impotencia de no saber que hacer al final es la que te empuja a seguir ese instinto, la vertiginosidad del diario vivir ha hecho que cambiemos la cantidad por la calidad de tiempo, a mi me pasa mi "Marco" de 5 meses se acaba de enfermar, y yo me fuí a cumplir con un "compromiso", te imaginás que mal me senti en la madrugada cuando mi "minimi" me miraba con sus ojitos hinchaditos y se quejaba.. Hay nooo me sentia fatal.
ResponderEliminarTranquila y sos la peor madre del mundo, Yo soy el peor Padre de la galaxia... Wilito Pérez
Ese sentimiento es el que deseo evitar. Anhelo ser madre, pero esta profesión es absorbente; es bella, apasionante y gratificante, pero los hijos lo son más. Y hablo sin ser madre!
ResponderEliminarQuerida MaGo, gracias por tus palabras, te felicito por ser madre y profesional, y sí, la verdad es que todo vale la pena.
ResponderEliminarWilson, ser papás es una bendición. Ver a nuestros hijitos nos hincha el corazón de pura ternura, pero por eso mismo quisiéramos ser perfectos para ellos, no fallarles jamás, ¿verdad? Ni modo, ahora mismo levanto la nariz, y para adelante :)
ResponderEliminarGracielita, no hay que desanimarse, si ves las entradas que se han escrito en este blog te darás cuenta que hay momentos que nos hacen llorar, pero de alegría o de ternura. Hay días malos, como el que yo tuve hoy, pero hay muchísimos más días bellos, y esos días hacen que todo valga la pena.
ResponderEliminarQuerida Mariana: jamas llegaremos a ser infalibles. Decimelo a mi que con 15 anos en la carrera de madre sigo sintiendome culpable por lo menos una vez a la semana. Lo que nos queda es amarlos y hacer lo mejor que podamos. Un abrazo.
ResponderEliminarP.D. perdon por las tildes que faltan y demas, no se por que no las agarro.
No eres la peor madre del mundo. Te sientes asi, pero no es asi. La peor madre del mundo no se preocuparia por sus hijas/os ni todo lo que conlleva.
ResponderEliminarFue un olvido que a cualquiera le puede pasar. De lo que estoy seguro (por lo que escribes) es que no se te va a volver a olvidar :P
Siga escribiendo! Un Saludo!
Flor, gracias por crear este blog, de verdad, ya te dije, cuando te vea te voy a dar un beso, jejejeje.
ResponderEliminarEs cierto D4niel, las experiencias entran por el pellejo, y estoy segura que se me podrán olvidar muchas cosas en el futuro, menos la leche, jejeje.
ResponderEliminarNosotras no podemos ser "de las peores madres" porque justamente le estamos haciendo frente al reto de ser mamás.
ResponderEliminarUna amiga me comentaba, que en sus trámites de adopción vio el caso de 2 hermanos, de 3 años y 6 meses, que estaban en adopción porque su mamá los abandonó.
Ay Clau, esas historias duelen, como las de las mamás que prefieren botar a sus bebés en las fosas sépticas... que Dios nos ayude, a todas las mujeres a las que nos toque o decidamos meternos a esto, a ser mejores mamás.
ResponderEliminarEs difícil ser madre y no serlo también, mi corazón se hizo chiquito leyendo esta entrada. Perdí mi primer bebé a los 8 meses de embarazo y ahora "se supone" que estoy embarazada y digo se supone por que no apareció nada en la ultra. Solo les quiero decir a ustedes madres las admiro y las envidio por vivir estas cosas, y todo vale la pena cuando en la noche sienten ese calor que solo sus bebitos les pueden dar. Disfruten su maternidad y a sus hijos no importa que tengan que trabajar o no, el amor y el vínculo que tienen con ellos es invaluable. Solamente.
ResponderEliminarAriana, la pérdida de un bebito es algo que uno nunca olvida, solo nos vamos consolando con el tiempo, y son cosas que jamás vamos a entender por qué pasan. Espero que realmente estés embarazada esta vez, y que todo te salga bien, si es necesario ir a diario al médico, hacelo, y cuidate mucho, ahorita tus prioridades ya cambiaron. Suerte, bendiciones y un abrazo.
ResponderEliminarEstimada, querida Mariana, no pude evitar las lágrimas al leer y acompañar su sentimiento de culpa, pero y no es eso parte del plan perfecto de Dios, darle a los hijos lo mejor y peor de nosotras las madres, al final de nuestro dia, a la hora impredecible como usted dice, las princesas sienten su aroma, su inconfundible abrazo, su beso entregado y eso les hace aprender y valorar que la madrecita bella SOLAMENTE ES UNA, ánimo que esa culpa la compartimos día a día las madres y padres que tenemos que trabajar para darle lo "mejor" a nuestros amados hijos.
ResponderEliminarBendiciones amiga ¡¡
María Teresa.
Gracias niña Mariaté, sabias palabras las suyas, como siempre :)
ResponderEliminarMariana, que lindo lo que escribiste! Lindo porque esos olvidos a todas nos han pasado, pero detrás de esa historia de tu olvido, se puede leer el gran amor por tus hijas, esos sentimientos tan profundos que solo una buena mamá puede tener (Si es que hay buenas y malas mamás). He llorado leyéndote porque conozco en exceso esos sentimientos de los que hablas, creo que es imposible dejar de sentirlos pero transfórmalos en un motor para hacer las cosas aún mejor de lo que ya las haces... Proyéctate unos años adelante y escucha a tu hijita comentar orgullosa en qué trabaja su mami. Estoy segura que ellas ven la pasión por tu profesión y pienso que eso, tu ejemplo como profesional, como madre, como ama de casa, como mujer integral es tan valioso como el tiempo que te necesitan cerca. Animo!
ResponderEliminarGracias Clara, ahora vos me vas a hacer llorar con tu comentario :')
ResponderEliminarvuelvo a leerlo y no me deja de dar ese sentimiento que pone los ojos llorosos,
ResponderEliminarsabés he tenido la bendición de trabajar junto a mi esposa, en el hogar del niño de San Jacinto, Sabado a Sabado, estabamos en el area de "cuna"( de 0 meses a 1 año), y es increible, más de 40 bebes abandonados. Esas si. NO SON MAMÁS, te imaginas 40 bebes preciosos que a pesar de que son muy buen cuidados, Les falta ese abrazo cuando les duele algo, ese beso con el q se van a dormir... No!!! definitivamente sos una Gran MADRE con tus defectos y virtudes.
:)
Dios mío, no entiendo cómo pueden abandonar a sus bebés... pero bueno, ese es tema aparte y hay causas enraizadas y difíciles de corregir. Qué chivo que hiciste ese trabajo de voluntariado, tanto bebé que necesita amor.
ResponderEliminarNo soy madre aún, pero usted define bien los temores que tengo de serlo. Aún así creo que a pesar de estos impaces, con el tiempo los padres aprenden a ser en cierta medida personajes de calidad en la vida de los hijos. Vengo de un hogar en donde poco miraba a mi mamá pero créame...esos pocos momentos los atesoro infinitamente hasta el día de hoy. Muchas bendiciones y tranquila, recuerde que de todo se aprende en la vida y sin duda usted tambien crecerá como madre y profesional con todas estas vivencias.
ResponderEliminarPoco se lo que pasa por la mente de una madre. Hasta que crecemos y a veces maduramos, nos damos cuenta lo que nuestros padres pasaron para que nosotros estemos como estamos. Viniendo de un hogar donde eramos cuatro hermano y una madre, creame que la entiendo. Una de las frases de mi mamá siempre ha sido "jamas voy a hacer algo que les vaya a hacer daño a ustedes" en pocas palabras aprender a confiar en ella con los ojos cerrados. Todos sabemos que el trabajo de madre es el mas dificil que hay, pero el que al final da las mejores recompensas.
ResponderEliminarLa felicito mucho por el Blog y siga escribiendo, que asi no solo es una terapia para usted, sino que los demas aprendemos un poquito.
Gracias Alexandra, viera que quizás de allí viene un poco mi preocupación, yo tuve a una mamá 100% dedicada a nosotros, y quisiera que mis hijas vivieran lo que yo viví en mi infancia, y claro, ahora lo que me queda es buscar calidad de tiempo.
ResponderEliminarGracias Mauricio :D
ResponderEliminarMarianita, hacía ya mucho tiempo que no me conmovía leyendo un blog. Me recordaste tanto a mi mamá y lo mucho que sufrió en el proceso de convertirse en la MEJOR mamá del mundo.
ResponderEliminarSiempre tuvo (al menos) dos trabajos...y no la vimos mucho pero que nunca nos faltara nada fue lo menos importante, que siempre supimos que esa mujer hubiera hecho CUALQUIER COSA por nosotros es lo que las hace EXTRAORDINARIAS a ella y a tí.
Ay Mariana!!! todavía tengo lágrimas en los ojos! Entiendo tu corazón. Qué riqueza de reflexiones y sentimientos no solo en tu texto, sino en todos los que te lo han comentado. Sin duda el oficio de la maternidad es duro y se construye cada día, pero eso no se compara en nada a la belleza que trae consigo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Mariana de verdad me conmovió… Me hizo verme en un espejo y se por experiencia propia que no hay nada en este mundo que no hagamos por amor a nuestros hijos… Gracias por tremenda reflexión. Bendiciones.
ResponderEliminarSólo la mejor madre del mundo correría angustiada a la farmacia a buscar la fórmula que necesitaba su bebé. Huy quítese esa etiqueta de peor madre Mariana, lo que se hace por amor es ya de por sí un valor agregado en la vida de los hijos...mi madre recién me había dado a luz y en plena guerra viajaba a un cantón remoto a trabajar y si la dejaba el bus al regreso, caminaba 5 Km y con suerte pedía aventón con tal de volver a casa a verme... esas historias pesan mucho en la vida de un hijo, estoy segura que Clarita lo apreciará cuando sea grande.
ResponderEliminarUn abrazo.
Marden, agradezco mucho tu comentario, y me alegra que compartir mi experiencia haya hecho que muchos recordaran las vicisitudes de sus propias mamás. Sirva el comercial, que a mí me encanta tu blog.
ResponderEliminarCarlemy, Glenda, quien las viera a ustedes no se imaginaría todo el corre-corre y las mil tareas que deben de cumplir en sus días. Las felicito, ustedes son inspiración también para mí.
ResponderEliminarAlecita, qué bonita la historia de tu mamá, y la entiendo. Cuando se trata de los hijos uno no se fija en las piedras del camino, solo en el momento de volverlos a ver :)
ResponderEliminarMarianita, no sos la peor mamá del mundo, sos una mamá excepcional!! Yo se que Clarita en el fondo sintió angustia pero cuando te vio corriendo llegar, esa presencia que solo ella puede sentir, te lo juro que ha de haber dicho "mi mamita es mi heroe :)". Y tu también para nosotros eres nuestra heroina
ResponderEliminar:')
:') Qué comentario tan bonito David, gracias :D
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