Prometo escribir algo propio algún día. Lo intentaré. De momento, disfruten con esta verdad verdadera sobre las "malas" mamás que podemos llegar a ser.
Nosotros
tuvimos la mamá más mala del mundo, mientras otros niños comían lo que
querían, nosotros teníamos que desayunar cereal, huevos, leche y pan
tostado. Cuando otros niños tomaban muchos refrescos y comían sin cesar
dulces, pasteles y muchas botanas, nosotros teníamos que comer frijoles,
aguas frescas, verduras, carne y pescado.
Cuando fuimos creciendo se hizo más mala, nuestra madre insistía en saber donde estábamos, parecía que estabamos encarcelados.
Tenia que saber quienes eran nuestros amigos o con quien andábamos y lo
que estábamos haciendo a cada instante. Nos insistía mucho en que si
decíamos que nos íbamos a tardar una hora en algo o en algún lugar,
debíamos tardarnos solamente una hora.
Pero siguió siendo cada vez más mala. Me da vergüenza admitirlo, pero
hasta tuvo el descaro de enseñarnos a lavar nuestros trastos, tendíamos
nuestras camas, barríamos y fregábamos nuestra habitación, lavábamos
nuestra ropa, nos mandaba a la tienda de la esquina a por el pan y
aprendimos cosas muy crueles como cocinar y otras que de plano no
queremos recordar. Nos parece que se quedaba despierta toda la noche
pensando que podía hacernos al día siguiente para molestarnos.
Cuando llegamos a la adolescencia fue más sabia y nuestras vidas se
hicieron más terribles. Siempre insistía en que dijéramos la verdad y
que le tuviéramos confianza. Nadie podía tocar el claxon para que
nosotros saliéramos corriendo, pues nuestros amigos tenían que tocar la
puerta de nuestra casa y preguntar por nosotros. Se convirtió en una una
locura total; quería que le informáramos el nombre de cada amigo;
quienes eran sus padres, a que se dedicaba nuestro amigo y sus padres
donde vivían; a que escuela asistía nuestro amigo y que estudios cursaba
y muchas cosas más, sobre todo cuando queríamos ir a alguna fiesta, no
os podéis imaginar que calvario.
Sin embargo ha pasado el tiempo y ninguno de nosotros ha participado en
actos de violencia. Cada un de nosotros está trabajando para lograr un
mejor futuro y solo nuestro esfuerzo será lo que nos haga cada día
mejor. A nadie podemos culpar de nuestro futuro, cualquiera que sea,
nuestra madre hizo que nos convirtiéramos en adultos educados,
respetuosos, honestos y trabajadores.
Ahora que soy madre, estoy educando a mis hijos con las mismas enseñanzas y de la misma manera que mi madre nos educó.
Me siento muy orgullosa cuando mis hijos me dicen que soy mala... muy mala madre.
Autor Desconocido