La semana pasada me tocó hacer una investigación para un estrategia de comunicaciones en la que el target son niños. Entre unas encuestas informales y la información que se encuentra en internet, los datos, nada que me sorprenda; dicen que los niños comienzan a usar internet aproximadamente a los 8 años. ¡Qué chiste!
Digo que no me sorprende, porque mis hijos, que entran ya en la categoría de los Millenials (o generación Y) nacieron con la computadora bajo el brazo. Mientras mi generación tocó una compu por primera vez a los 18-20 años; para mis hijos la computadora es parte del mobiliario de la casa. Y por ejemplo, el chiquito, que tiene 8 años, ha visto a sus hermanos a la par de la compu desde que nació, juega en internet desde hace más de dos años, usa frases como "buscáme un link en Google" y ya tiene una cuenta en Facebook.
Obviamente se habla mucho de las edades, de la privacidad, de la seguridad; pero ¿cómo se puede detener a todos estos niños para los que su manera de comunicarse, aprender y compartir es completamente diferente a la nuestra? Causa gracia, por ejemplo, ver el primer Estudio de Redes Sociales en El Salvador, en donde el grupo más grande de personas con Facebook es el comprendido entre los 18 y 24 años. ¿Por qué causa gracia? Porque en ese grupo están todos esos niños que han tenido que "truquear" la edad para poder tener una cuenta.
Y, como digo, no se les puede detener. Esa es la vida ahora. Eso es lo que saben. Y uno de madre -especialmente yo que soy adicta a las redes e internet-, tiene que entender también, acompañarlos, ayudarles el día que abren su blog, explicarles que no tienen que aceptar en Facebook a nadie que no conozcan, ver videos de un bebé que se ríe en YouTube y reírse con ellos, enseñarles a guglear las tareas... Compartir tiempo de calidad con los niños enredados.
Porque esa es la vida ahora.