…y hoy, el día de mi cumpleaños se cubrió con otro evento: el segundo día del kinder de mi hijo. Se me olvidaron los 32 años que me pesan encima, el desayuno que me ofreció mi hermana, la cena romántica de anoche, los zapatos nuevos, todo quedó atrás de la mamá que dejó a su niño en la puerta de aquel lugar que será su casita en las próximas semanas.
Todo el fin de semana he pasado planeando el gran día: la ropa, la comida, la hora, todo listo pero para el primer día en que mi hijo se separaba del nidito en el que lo hemos tenido desde marzo de 2009. La ropa, el lugar y la hora en un tiempo eran importantes, pero para mi cumpleaños, que pasaba celebrando una semana entera, una beba cada día, repartiéndome con cada uno de mis grupos de amigos…hoy, ni hay energía para celebrar ¡Hoy me levanto a las 6 a.m.!
Y como soy la mamá, me toca repartirme entre los trabajos, la comida de la casa, el esposo, el carro, los abuelitos del niño, las amigas que llaman, los amigos que se acuerdan de uno, el almuercito con los de la oficina, el color de mi ropa, el hoyo en el zapato, la oficina, el blog, el dolor de vientre…el llanto de Marco.
Y aún tengo cabeza para más, con esto de las redes sociales que se te meten por todos lados, aunque no quiera, me doy cuenta de que mataron a uno, que el presidente anda de viaje, que el Manchester perdió, que Facebook ya tiene mail, y esas cosas, que en mi ínfima mentecita de mujer se revuelven con lo demás, pero de repente, me acuerdo que mi hijo está en casa, esperando por contarme, a su manera, lo que le pasó hoy en el kinder.
Pero es mi cumpleaños, 32 primaveras de ser Dora, pero repartidos entre 30 de ser "yo" y 2 de ser “nosotros”, con ese pedacito de mi vida que en el carro, de vuelta a casa del kinder me dijo, sin siquiera saber qué fecha es hoy, “Mami, ‘pilís' ” (traducción: Mami, cumpleaños feliz).
P.D. Conté cuántas veces digo “kinder” en todo el post, comparado a las veces que menciono la palabra cumpleaños…y ya vi que esto de “nosotros” ya no tiene marcha atrás.